La conciencia medioambiental y el ahorro energético no son solo tendencias: en 2025 se han convertido en pilares fundamentales del mercado inmobiliario. Las viviendas sostenibles —aquellas diseñadas para minimizar su impacto ambiental y reducir el consumo energético— están cada vez más presentes en los catálogos de promotoras, en los portales inmobiliarios y en las búsquedas de compradores e inversores.
Estas viviendas suelen contar con aislamiento térmico avanzado, sistemas de ventilación eficiente, materiales de construcción ecológicos y, en muchos casos, placas solares o sistemas de recogida de aguas pluviales. Todo ello no solo repercute positivamente en el planeta, sino también en el bolsillo de quien las habita: una casa bien aislada puede reducir en hasta un 60% el gasto en calefacción y aire acondicionado.
Además, estudios recientes demuestran que las viviendas con una letra energética más eficiente (por ejemplo, una A frente a una C) se revalorizan más rápido y se venden en menos tiempo. De hecho, mejorar una letra en la calificación puede aumentar el valor de mercado en hasta un 4,8%, según datos recopilados en zonas del norte de España.
A nivel financiero, estas viviendas también son mejor valoradas por las entidades al momento de conceder una hipoteca, ya que implican menor riesgo energético y de impago. Algunos bancos incluso ofrecen condiciones ligeramente más favorables para propiedades con certificación energética A o B.
Por último, la Unión Europea está incentivando la rehabilitación de edificios antiguos mediante fondos específicos para mejorar su eficiencia, lo que abre la puerta a que muchas viviendas en entornos urbanos puedan reconvertirse en hogares sostenibles en los próximos años.
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